10 de diciembre de 2014

Resurgir.

Vi al fuego desvanecerse frente a mi cuerpo hace escasamente varias semanas, un ardor puro en cuerpo y alma que acabó sepultado bajo una aglomeración de fango, completamente rodeado de hojas rindiéndole tributo con una serie de pigmentos semejantes pero más taciturnos.

El atardecer se hundía por uno de los costados del bosque, ni si quiera sé cuánto tiempo permanecí inmóvil ante aquel paraje esperando, sin éxito, que alguna chispa lo hiciera resurgir asemejándose a un fénix, pero aquel lugar, cada vez más gélido y húmedo, entorpecía que sucediese.

Mi sentido común suplicaba con clamor que me alejase y dejara de martirizarme, mi obcecado corazón exigía que permaneciese allí, que no renunciase a todo aquello que me había hecho sentir y que hoy se ubicaba aislado a centímetros; de cualquier manera mis extremidades entumecidas por el clima rehuían el hecho de marchar.

Mis ojos, no menos empapados que cualquier elemento cercano, se ausentaban dejando que mi cerebro proyectara un encadenamiento de imágenes a cámara lenta. Todo ello provocaba punzadas en mi pecho, puñaladas de un dolor insoportable e invisible que jamás iba a volatilizarse.


Con esto solo he logrado deducir algo que ya sabía: si hay algo más doloroso que observar algo que amas exánime es contemplarlo durante todo el proceso de su fallecimiento y no poder hacer nada para evitarlo.


30 de julio de 2014

Dicen.

Dicen que los escritores escriben sobre lo que no entienden. Hace tiempo que escribo sobre la vida y sé demasiado sobre la muerte, que mis rodillas ya no tiemblan cuando pasa algo malo porque se han acostumbrado a las desgracias.

Mi vida está llena de cajones entre abiertos y libros de cuando era niña en una estantería, una ventana abierta con la persiana medio bajada y los pájaros cantando fuera en el rellano, qué felices, parecen libres incluso; libres de la muerte esa que nos persigue a todos y que otros vamos buscando.


Nueva York, Manhattan, Los Ángeles, esas ciudades llenas de pisos y rascacielos; no sé si la gente lo hace porque le tiene miedo al infierno y piensa que es una manera más fácil de no llegar allí, aunque quién va a asegurarles que el cielo está a miles de kilómetros por encima de nuestras cabezas; pero hay gente que se tira desde arriba, que cae desde el ascensor hasta la planta menos tres, gente que revive de sus cenizas para volver a caer, gente que mirando a través de esta ventana solo ve vida porque a lo mejor es lo que tanto desean y que nunca antes realmente habían vivido, porque una cosa es estar vivo y otra cosa es estar viviendo, pero qué le importa a la gente la diferencia si aquí las palabras ya no tienen sentido, la realidad se tapa con una cortina llena de mentiras que nadie quiere abrir porque somos más felices así, sin saber nada, pero, el día que alguien la abra el mundo de verdad sufrirá como ella ya había sufrido.


21 de julio de 2014

¿Había de verdad tanta diferencia?

Yacía tranquilamente en el salón, hacía tiempo que se escapaba a aquel espacio de la casa, temía dormir en su habitación tanto como a la propia vida. Súbitamente selló intensamente los ojos, algo la turbaba, la velocidad de su respiración había incrementado considerablemente y temblaba pero seguía durmiendo, ¿qué estaría ocurriendo dentro de su cabeza?

Se despierta sobresaltada con un grito ahogado y los ojos como platos, suspira y esconde su esquelético cuerpo con la manta de lana que compró un día cualquiera. Vigila cada centímetro de la habitación con movimientos rápidos pero silenciosos y se niega a dormir, las pesadillas habían conseguido inquietarla, le aprisionaban. Teme cerrar los ojos porque eso significa volver al infierno: un sitio frío y solitario, apartado de cualquier contacto exterior en el que sus ruegos no iban a ser escuchados. Se estaba acostumbrando a aquello demasiado rápido y no tenía ninguna necesidad de escapar: comenzaba a convertirse en su hogar.

Posó los pies en el frío parqué y obtuvo un escalofrío como respuesta, se aproximó a la vitrina y tomó un vaso y una botella de cristal, recogió su paquete de camel junto a su móvil y comenzó a liarse un cigarrillo, <<de algo hay que morir>> pensó.

Huía de la realidad con una copa de whisky en las manos, un cigarrillo en el precipicio de sus labios y una canción triste; parecía que intentaba desafiar a algún poeta con aquella mirada afligida, cualquiera se habría jugado la vida solo por pasar unos segundos allí y escribir algo triste pero bonito, como hacían los escritores que ella admiraba.

Su cerebro que había despertado realmente escasos minutos atrás, repasaba cada momento del delirio que había sufrido su cuerpo y había algo que no cuadraba: ¿había de verdad tanta diferencia entre el infierno y la realidad?


30 de junio de 2014

Nadie nunca antes la había visto.

Seguía preguntándose cómo podía ser posible que en una casa tan pequeña pudieran caber tantas anécdotas e incluso existir un lugar tan apreciado que llegara a ser su favorito.
Se aproximó a la ventana silenciosamente con un libro de Joaquín Sabina,  un  Ipod en el bolsillo trasero de sus jeans y comenzó a tararear la melodía de un anuncio de televisión del cual no conseguía recordar qué demonios era lo que intentaban vender. Suspiró ásperamente y se sentó en el hueco que dejaba la ventana una vez abierta; seguidamente sacó el reproductor de música y le dio al play sin ni si quiera pararse a contemplar el título de la canción que estaba a punto de escuchar.
Estaba lloviendo, pero ni una sola gota de lluvia callejeaba por su fina y sedosa piel; el cielo estaba despejado de tal manera que podrían distinguirse todas y cada una de las estrellas que embellecían el firmamento. No, claramente no llovía, al menos no literalmente, no en aquel lugar pero sí dentro de ella. Se estaba ahogando y se negaba a oponer resistencia. <<Vaya, el tiempo no acompaña a mi estado de ánimo esta noche>> pensó mientras ‘’Chasing cars’’ se abría paso a través de sus auriculares.
Se limitaba a mirar al cielo e imaginar que el conjunto de aquellos astros era un lienzo que mostraba el rastro de lunares del dorso de alguna fémina, meditaba si algún enamorado lo había pintado queriendo crear un recuerdo eterno de su amada. <<Tonterías>> supuso.
Lucía perdida y triste pero hermosa, tenía unas ojeras difíciles de ignorar que escondían un cúmulo de sensaciones vacías acompañadas de una mirada que pedía auxilio y para colmo había bajado de peso, incluso sus clavículas podían apreciarse perfectamente aunque la iluminación fuera casi nula. Se veía realmente frágil, más de lo habitual, parecía que cualquier roce la haría añicos y sin embargo seguía allí plantada.
Después de varias canciones comenzó a sonar ‘’Let it rain’’ y por segunda vez en todo el día el aparato eligió una de sus canciones favoritas. <<Forecast to be grey again, feels as it never ends>>, aquella frase se clavó como un puñal helado, su subconsciente definitivamente no iba a dejarla descansar nunca.
Su mente no paraba de escupir mustios y podridos pensamientos: No te ahogas por caerte al agua, te ahogas por permanecer allí.
Y ella se apagó, sentía como un gran vacío le comprimía el pecho, tocó fondo y con ello sentenció a su persona: decidió que no quería tener nada que ver con la vida.

Desde aquel día nadie volvió a verla, ¿pero qué importancia tenía?, nadie nunca antes la había visto.

17 de abril de 2014

Mítico.

Día 6 de Abril de 2014. Se crea el grupo ‘’Casa Rural Semana Santa’’ Ahí comienza todo, preparativos, cuentas, morosos (todos eh), estrés por no encontrar casa, racaneo por mi parte con el dinero a pagar (ya sabéis que no soy lo que se dice millonaria, mi economía no da para mucho jeje), fotos y más fotos de casas, manicomios u orfanatos, o al menos eso parecían algunas. Cuenta atrás, problemas con los coches, pf ha habido de todo y ni siquiera habíamos salido de casa. Por no hablar del trayecto en el que nos juntamos en la gasolinera como si fuéramos a vender droga afirmando que era la segunda salida, lo que al parecer no nos quedó muy claro y tuvimos que entendernos por notas de voz y alguna que otra llamadita por el móvil.
El pique en los coches, sacar el dedo cada vez que uno adelantaba, o sacar el dedo sin más, la cosa era haceros rabiar. Todos sabemos que el mejor coche era el nuestro pero si queréis haceros ilusiones quién soy yo para quitároslas. Os guardo rencor por no haber dejado a Emilio allí abandonado al bajar del coche para hablar con nosotros por la ventanilla, con lo fácil que es acelerar…

El reparto de habitaciones no tuvo mucho éxito la verdad pero por lo menos te aseguraba un lugar donde poder echarte una horita de siesta o por lo menos un lugar donde poder gritaros que os callarais porque estáis todo el día montando bulla.

La paella, otro acto exitoso, hacemos lumbre para que se acabe cocinando dentro, no pasa nada, tranquilos, me compensó bastante que me llamarais para catar tal delicia, aunque me hacía parecer la ‘’Chicote’’ de la casa. Creo que no hace falta mencionar que siempre andábamos con una copa en la mano y que abundaban los chupitos, lo digo más que nada por si alguno no lo recuerda, que no me extrañaría nada.
Poner la mesa como una familia, comer en la ventana, esperar las colas en el baño desesperadamente, frustrarnos porque nunca dejábamos acabar una canción, esperar a que las 10 últimas fueran las de David, que la piel te pique al tomar el sol, intentar arreglar camas que se rompen por ‘’mal uso’’, ir al tren abandonado y subirse, pedirle un yogurt a la vecina porque sí, ir a racanearle al día siguiente un bote de tomate, ir a la farmacia y de la farmacia al médico; cuántas vueltas hemos llegado a dar.

Eran las doce del primer día y ya estaba diciendo que no quería que aquello se acabara nunca. Liasteis una buena con el portátil y los cables para la tele, quién os viera… Si digo la verdad deseaba no irme hasta que pusisteis aquel video hecho por vosotros y empecé a odiaros muchísimo y a llorar como una descosida mientras nos reíamos de las paridas que decíais. Por si fuera poco un cartel de feliz cumpleaños adornó la casa durante toda la estancia y me sorprendisteis todavía más con una tarta que en el coche parecía ser algo de cristal. Es increíble que en un día que tanto odio me lo hicierais pasar tan bien.

El primer día fue épico, cierto, cómo negar algo tan jodidamente obvio cuando la mesa está llena de bebidas y de cheetos esperando entrar en una de aquellas copas de las cuales desconocíamos el contenido.

Segundo día. Suena la p*** alarma de tu móvil Raquel, no sabes cómo se te puede llegar a clavar esa melodía en los oídos. Nos despertáis haciendo el gilipollas, como siempre, y se desayuna con calidad, con chupitos y tolón tolón. No teníamos que hacer mucho así que nos pasamos la mañana en el tejado. Si os digo la verdad, creo que nuestra única preocupación allí era tener la copa llena y saber bajar de allí sin partirnos la cara. Luego, tras un duro rato llenando globos de agua tuvimos que gastarlos en tres minutos tirándonoslos unos a otros en medio de una casa a medio construir. Apuesto a que Raquel no esperaba que a ella se le explotara el gigante y que Carlos ni se imaginaba que el agua que sobraba en el cubo se la iba a tirar por encima, qué de putadas se os pueden hacer cuando estáis distraídos…

Me gusta que nos juntemos en la cocina y empecemos a hacer la comida, leer mientras oigo a cuatro borrachos contando tonterías sobre profesores, quitaros siempre algo a cada uno, ya sea la equipación de Pirlo, las deportivas, los gallumbos, las gomas del pelo, cualquier cosa; volver al tejado (donde nos pasamos vida y media) y huir de los bichitos y no tan bichitos que había, decir ''It's going to be legen... wait for it... dary'' reírnos sin ninguna razón y apañarnos para ver el partido.

Leyre, si te digo la verdad encajaste demasiado bien que ganara el mejor, el REAL MADRID, y hasta celebraste con nosotros el resultado mientras corríamos hacia el parque.

Me encanta que la mafia se vuelva a juntar, defendernos unos a otros a muerte aunque eso quiera decir que seamos unos broncas (David, tenías razón); comer un plato de macarrones a las 5 de la mañana encima de un capó rodeado de cervezas, montar guardia, las conversaciones acompañadas de Baylis, el ‘’no te candes en el baño’’ por si me quedaba dormida, la fuga en el momento perfecto, en fin, todo lo habido y por haber.


Gracias chicos por hacer de esto algo más que contar cuando seamos mayores y que sepáis que os odio bastante  y como ya me conocéis ya sabéis lo que esto significa.


4 de febrero de 2014

Como una flor en primavera.

Y pensé que se me caía el mundo al perderte, y en realidad lo hizo, se me cayó y se quebró en miles de pedacitos rompiendo sueños y planes de futuro, haciéndome valorar aún más el tiempo y consiguiendo que me aferrara a todos y cada uno de los recuerdos en los que apareces, felices y amargos, fríos y no tan fríos pero al fin y al cabo momentos a tu lado.
Te han arrancado de mi vera como un crío arranca una flor en primavera admirando su belleza pero ignorando el daño que le va a causar, y la verdad no se me ocurre mejor comparación, hermosa y brillante por fuera pero con un gran y triste sacrificio a lo largo de su camino. Contigo he sufrido, no sabes hasta qué punto lo sigo haciendo, solo intento que el tiempo pase lo más deprisa posible, pero al mirar mi muñeca el minutero corre aún más despacio, el tiempo se va realentizando y la espera se hace eterna, o eso es lo que me parece a mí. No podré seguir así mucho tiempo, no podremos, ninguna de nosotras.
He de reconocer que se me hace más fácil escribir esto sabiendo que probablemente no lo vas a leer pero aún así tengo un nudo que lleva tiempo anidando en mi garganta cada vez que algo me recuerda a ti, lo cual suele ser casi las 24 horas del día.
Te quiero de vuelta, aunque cueste sudor y sangre, porque esta chica no puede sostenerse sin uno de sus pilares. Esto es cosa de todas y no podemos continuar si no estás. Te lo repetiré miles de veces hasta quedarme afónica, te lo haré ver incluso después de eso: Esto no es nada, no sin ti. Te necesito.

15 de diciembre de 2013

Sin ti la vida duele menos.

‘Ni tú volviste a escribir, ni yo volví a extrañarte’
Bonita mentira para ir contando por ahí. Bonita frase para recordar, bonita también para saber que te estás engañando otra vez, como siempre.

Dejaste un vacío, un vacío que no puedo llenar con nada, dijiste que las cosas buenas llegan a los que más esperan pero no volviste. Fuiste cada maldito deseo de cumpleaños un año tras otro. Supongo ahí es donde todo empezó a morir y yo lo hice junto a ello.

No hicimos las cosas bien, la verdad no sé si llegamos a acabarlas o si dejamos algo en el aire. Un beso, un ‘te quiero’ o un ‘adiós’, no sé, solo sé que ambos huimos en direcciones contrarias pero sin dejar de mirar atrás de vez en cuando. Nos fuimos sin pensarlo aunque nuestros ojos suplicaran que nos quedáramos y, tras un tiempo, decidí dejar de hacerlo, créeme que de verdad lo hice aunque al segundo de rendirme te encontré, otra vez, y nada me ha dolido más que eso.


Sin ti la vida duele menos, es cierto, pero no es tan ''vida''.