Agridulce, como el querer y el odiar. Porque del amor al odio hay un solo paso, y yo doy fé de ello, y mira que nunca voy a la iglesia. Que ni te evito ni te esquivo, que ni te encuentro ni te busco. Que donde hubo fuego siempre habrá cenizas ¿o no? Que el que tuvo retuvo ¿a qué si? Que no me preocupo de lo que pase mañana. Llevo una temporada que tomo el control de la situación. Ya no lloro cuando piso un charco, ya no me ilusiono con un caramelo que me ponen frente a los labios, ya no padezco, pero sigo sintiendo. Ya no soy yo la que tiembla, ahora que se agarren, que la que va con fuerza, soy yo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario